La energía y el desarrollo
Introducción
El progreso de la ciencia en los últimos siglos
contribuyó a reducir el esfuerzo humano que habían
requerido obras tan monumentales. Ya Goethe, hace dos
siglos, exclamaba: “¿Qué es la vida
sin la ciencia?” Y tal interrogante se formulaba
cuando era desconocido todavía el secreto de
la producción de energía mediante el uso
de combustibles, que permitieron, primero, el descubrimiento
de la energía del vapor y su aplicación
a las máquinas.
La revolución industrial del siglo XVIII se operó
con la ayuda de máquinas que aumentaban la capacidad
del trabajo humano.
Pero fue el notable descubrimiento de la electricidad
lo que aceleró el desarrollo industrial en el
último siglo. La energía eléctrica
es la más perfecta que se haya conocido. Ella
permitió multiplicar el rendimiento del trabajo
en gran proporción. Un kilovatio de energía
eléctrica equivale, en un período largo
de funcionamiento, al trabajo de veinte hombres en las
máquinas comunes y al de cuarenta hombres en
las automatizadas.
Las reservas de combustible de todo tipo que se pueden
utilizar para la producción energética
son extraordinarias, si se tiene en cuenta que las existencias
de carbón, petróleo, gas, etc., aumentan
constantemente con los nuevos descubrimientos que se
realizan a diario en todo el planeta. Sin embargo, dado
el carácter extractivo de la explotación
para el consumo de combustibles orgánicos, es
una preocupación permanente de los científicos,
investigadores y planificadores imaginar qué
ocurriría el día en que tales reservas
tendieran a disminuir y aun a extinguirse. Este es un
problema de gran actualidad.
Un nuevo y asombroso descubrimiento, el de la energía
encerrada en el átomo, ha ampliado las perspectivas
del aprovechamiento energético.
Al quemar un kilogramo del mejor combustible orgánico
(petróleo) se desprenden 11,6 kilovatios-hora
de energía. En el proceso de fisión de
núcleos de uranio, considerada la misma unidad
de peso, la energía liberada es de 22.900.000
kilovatios-hora, es decir, aproximadamente dos millones
de veces más. Tratándose de la fusión
del núcleo de hidrógeno, también
en la cantidad considerada, se produce un caudal de
energía de 117.500.000 kilovatios-hora, o sea,
aproximadamente, diez millones de veces más que
al quemar petróleo.
Puede afirmarse hoy, en presencia de los últimos
avances de la producción de energía nuclear,
que las perspectivas de desarrollo hacen casi inagotables
las reservas de este tipo.
La petroquímica y la carboquímica permiten
extraer del carbón y del petróleo miles
de subproductos o de productos derivados, que tienen
un valor económico enorme, pues se utilizan en
la elaboración de elementos sintéticos
que tienen vasta aplicación en la fabricación
de tejidos, caucho artificial, colorantes y pinturas
y una infinita gama de plásticos que sustituyen
ya con ventaja a muchos metales, maderas y otros elementos
naturales. El sabio ruso Mendeléev, al señalar
el extraordinario valor de este importante elemento
orgánico, expresó que quemar petróleo
era como quemar billetes de banco. Ante tal premisa
recobra toda su significación el uso de otros
medios de producción de energía eléctrica.
Adquiere entonces su verdadera importancia la hidroelectricidad,
la energía de las mareas o mareomotriz, la del
viento o la eólica y la de rayos solares, que
por su carácter imperecedero y por la economía
de su explotación, tienen una superioridad evidente
con respecto a la generación térmica de
energía eléctrica. Y las investigaciones
en otros terrenos continúan.
Importancia del sector
energético.
Es de señalar la importancia
de este sector en su contribución al progreso
del país, dado que su influencia actúa
directa e indirectamente en el aumento de todas las
actividades productivas.
Argentina es un país cuya tasa de crecimiento
no está de acuerdo con sus índices potenciales,
que debe tomar una serie de medidas para imprimir a
su desarrollo una velocidad tal, que pueda proyectarse
por la vía del progreso económico y social.
Existen las condiciones para ello en la medida que se
reaccione en forma enérgica frente a los pasos
negativos que se han llevado a cabo en los últimos
veinte años.
El desarrollo de las fuentes de energía es un
factor de vital importancia. Pero no es el único.
Como expresó la “Organización Europea
de Cooperación Económica”, “el agua y las materias primas, la calificación
del capital humano, los medios de transporte, la fertilidad
del suelo y la variedad del clima, desempeñan
también su papel, pero en último término,
la posibilidad de disponer de una cantidad suficiente
de energía es una condición necesaria
a todo desarrollo”.
Programación
energética y proyección de la demanda
Dada la clara dependencia entre desarrollo
económico y desarrollo energético, surge
el primer problema para todo programador: disponer
de un plan económico nacional que evalúe
la demanda energética futura, su localización
y en especial la demanda eléctrica.
Esto posibilita el estudio, la selección y programación
de centros de generación y sistemas de transmisión
y/o transporte y distribución óptimos
a las necesidades del país.
Es de pretender, que definitivamente se estudie y encare
-algunos pasos se han dado- un real plan de desarrollo,
con criterio nacional, que permita salir de la situación
económica actual, fijando metas de corto,
mediano y largo plazo.
Debemos señalar dolorosamente que en Argentina
se ha hablado con exceso de planes, pero nunca los hemos
tenido en la verdadera acepción del vocablo.
Creemos necesario insistir en la importancia fundamental
de una planificación concebida con criterio moderno,
utilizando los recursos operativos que suministra la
alta tecnología actual, basada en el uso de computadoras
electrónicas, y partiendo del hecho esencial
de que las principales palancas de la planificación
deben estar al servicio de la economía y concurrir
al éxito de sus resultados.
Los fracasos reiterados de los sucesivos y a veces superpuestos
planes denominados de desarrollo económico, que
se han elaborado en nuestro país desde hace décadas,
radican en su excesivo verbalismo y en su característica
común meramente orientadora e indicativa. Cabe
agregar que el sistema de la libre empresa, la vigencia
cada día más creciente de los monopolios
internacionales, que no se sujetan a las indicaciones
de la planificación, determinan su inevitable
fracaso.
La previsión, con suficiente anticipación,
particularmente para la demanda electroenergética,
se debe a ciertas características propias de
este sector, que son:
La oferta de energía se debe adelantar a la demanda
(en sus dos formas, de bien de consumo final y su utilización
como factor de producción); período de
tiempo grande entre la decisión de construir
una instalación de generación y el momento
que entra en servicio; las inversiones de capital son
elevadas (alta densidad de capital por unidad de producto);
imposibilidad de almacenar el producto; tiene un alto
grado de dinamismo aún en épocas de crisis.
Hoy estos problemas se agravan, dado que el
país ha entrado en un período de crecimiento
del PBI; hay mayor producción, que genera creciente
demanda, pero no hay planes de corto, mediano y largo
plazo que resuelvan la situación que nos ha llevado
a una virtual emergencia nacional.
La crisis energética
Argentina no puede ser considerada en
la actualidad como un país petrolero ni gasífero.
Según últimas consideraciones, nuestras
reservas son para el petróleo, 10 años
y para el gas, 17 años.
Sin embargo el 90% de la energía que se produce
y consume es petróleo y gas natural. De aquí
se deduce, la necesidad de buscar fuentes alternativas.
(Cuadro 1) Fuente: Secretaría de Energía
de la Nación.
Balance Energético 2003 (Cuadro 1) | ||
En miles de toneladas equivalentes de petróleo (TEP | ||
Producción |
Miles
de TEP |
% |
Energía hidráulica | 3646 |
4,2 |
Nuclear | 2213 |
2,6 |
Gas natural | 39818 |
46,3 |
Petróleo | 37079 |
43,1 |
Carbón mineral | 53 |
0,1 |
Leña | 806 |
0,9 |
Bagazo | 749 |
0,9 |
Otros primarios | 1642 |
1,9 |
Total | 86006 |
100,0 |
Si no seguimos explorando,
las mencionadas reservas se agotarán y terminaremos
en lo peor que nos pueda ocurrir: pasaremos a ser importadores
de hidrocarburos.
Actualmente tenemos la necesidad de direccionar las
reservas hacia el mercado interno y disminuir la exportación.
Las causas de la crisis actual provienen de antes que
asumiera el actual Gobierno Nacional.
Desgraciadamente, al no tomar las medidas conducentes,
frente a un arranque en el crecimiento de la economía;
al no encarar la ejecución de las obras de corto,
mediano y largo plazo, explicitadas anteriormente, nos
han hecho perder un largo año para la toma de
medidas de fondo. Solo se encararon medidas paliativas
como fueron: planificar la reducción del consumo;
importar gas de Bolivia (con las obras necesarias de
ejecutar); importar electricidad de Brasil; igualmente
petróleo de Venezuela; limitar la exportación
de hidrocarburos; haber evitado o disminuido el diferendo
con Chile; etc.
Se tendría que haber considerado y aplicado
la combinación más conveniente de las
diversas fuentes disponibles para atender las mencionadas
necesidades futuras (hídricas, térmicas,
nucleares, eólica, etc.)”.
Sin obras plurianuales, pondríamos en peligro
un crecimiento autosostenido; no recuperaríamos
lo perdido; se crearía desconfianza en el futuro
y peligro de aumento de los índices de desocupación,
suspensiones de personal y paralización peligrosa
de empresas industriales, tanto Pymes como grandes emprendimientos.
Sobre la creación
de una empresa nacional
No disponemos de suficiente información
sobre la creación y planes globales de Energía
Argentina Sociedad Anónima (ENARSA).
En cuanto a nuestra posición de siempre en lo
referente a la participación del Estado, desde
ya expresamos nuestra discrepancia con el Editorial
del Diario La Nación (16-05-04). Particularmente
cuando dice: “La experiencia argentina es suficientemente
demostrativa de la incapacidad del estado para ejercer
con eficiencia actividades empresariales” Y sobre
ésto se viene polemizando desde la década
del 80 del siglo XIX.
¿Es que acaso no se ha petardeado a las empresas
del estado, poniendo en su dirección a personajes
que coincidían con el mencionado Editorial, para
desprestigiarlas y crear en la opinión pública
que el mejor administrador es el privado?
Nosotros no somos estatistas a ultranza, pero afirmamos
que existen ciertos sectores estratégicos al
interés nacional que deben estar en manos del
Estado. Solo éste puede asegurar el balance,
la programación y estructuración de los
recursos energéticos.
Esta posición es la más indicada en cuanto
a la defensa de los intereses de la Nación.
Ya en el año 1964, en el “1er Seminario
Electroenergético Nacional”, organizado
con particular éxito por nuestra Institución,
decíamos:
- “Urgir a los poderes públicos la inmediata formulación de un Plan Nacional de Desarrollo que fije metas globales y sectoriales a mediano y largo plazo”.
- ”Que se cree un ente nacional de energía,
autoridad máxima, que programe y coordine los
esfuerzos de los organismos existentes (A.yEE.,Y.P.F,
Y.C.F, Gas del Estado, Empresas y Direcciones Provinciales
de Energía, etc.), que tome decisiones y las
proyecte en realizaciones concretas”.
Esperamos que ENARSA sea el primer gran paso en este sentido.