Energia y trabajo pacífico para bien de la humanidad
Energía
y trabajo pacífico para bien de la humanidad
La producción energética
suministra en el más alto grado, como lo hemos
destacado, los recursos que se requieren para elevar
el nivel de vida de los países emergentes o en
desarrollo. Para alcanzar estos objetivos debe reinar
en el mundo un clima de amistad recíproca, de
cooperación y solidaridad entre los pueblos.
Éstos quieren ver horizontes renovados y probar
los esfuerzos creadores de miles de millones de personas
en el campo del trabajo pacifico en común y de
la lucha por la dominación de la naturaleza y
la explotación racional de los inmensos recursos
que ella encierra en sus mares, ríos y montañas.
Permanecen aún sin resolverse problemas de trascendencia
universal, cuya solución ha sido adelantada ya
por el pensamiento científico y el progreso tecnológico,
que permiten las realizaciones más audaces.
Así, por ejemplo, el riego de los inmensos desiertos
existentes en el globo, el anegamiento de enormes extensiones
de tierras malogradas por esteros y pantanos y el problema
de las nieves perpetuas, que será posible controlar
mediante la creación artificial de corrientes
térmicas interoceánicas y la regulación
de los excesos de acumulación de esas enormes
masas de hielo.
Son también problemas de este tipo la intercomunicación
de mares y océanos, merced a la realización
de obras de canalización que permitan el aprovechamiento
y la vinculación de los grandes cursos naturales,
así como el tendido de líneas internacionales
de transmisión de energía eléctrica
a superalta tensión.
Continentes casi enteros, como el África y América
Latina, esperan la ejecución de las grandes obras
de infraestructura que transformarán su geografía,
han de permitir la explotación de sus enormes
riquezas minerales, agrícolas, boscosas, todavía
casi vírgenes, y elevarán el nivel de
vida de sus pueblos.
Grandes obras en América
del Sur
Trataremos algunos ejemplos demostrativos
del tamaño gigantesco de algunas obras de realización
factible.
En América Latina existen también enormes
regiones desérticas próximas a grandes
ríos, lagos y lagunas, cuyas cuencas son las
más grandes del mundo y se vuelcan en los océanos
sin ser aprovechadas. Señalaremos que el Amazonas,
que es el río más caudaloso del mundo,
tiene un volumen de escurrimiento, recientemente aforado
por una comisión de las Naciones Unidas, de 175.000
m³/seg., o sea más de diez veces el del
río Paraná. El pantanal del Alto Paraguay,
cuya extensión en períodos de creciente
ha sido estimada en 400 mil km², podría
convertirse, mediante obras de embalse, contención,
drenaje y canalización, en un verdadero mar interior
de agua dulce, cuyo aprovechamiento beneficiaría
a varios países de América latina.
La interconexión de la cuenca del Amazonas con
la del Plata y del Orinoco permitiría a la navegación
de norte a sur, desde el Caribe hasta el litoral sudatlántico,
en una extensión de varios miles de kilómetros.
La unión de dos grandes océanos, Atlántico
y Pacifico, está también prevista, aprovechando
en parte los cursos de agua de algunos importantes afluentes
de los ríos principales de las tres cuencas mencionadas.
Las enormes masas de aguas almacenadas en las profundos
lagos andinos que se suceden a lo largo de la frontera
de Perú y Bolivia, como el Titicaca, a 4.000
metros de altura, y los lagos Nahuel Huapi, Sarmiento,
Argentino, Villarrica, Traful, etc., en Argentina y
Chile, permitirían resolver el problema del riego
de grandes extensiones de tierras áridas por
escasez de agua, como los desiertos de Ulluni, en el
norte de Chile y el sur de Bolivia, las dilatadas regiones
de la Patagonia, el oriente boliviano y los llanos de
Ecuador, Perú y Venezuela.
Un párrafo especial merece el Sistema
Acuífero Guaraní (SAG). Dicen
M. Latorraca y M. Martínez: “Debajo de
los pies de los millones de personas en Argentina, Brasil,
Uruguay y Paraguay se encuentra el SAG, el tercer reservorio
de agua potable más importante del planeta. Se
encuentra actualmente en pleno proceso de investigación,
pero existen serias advertencias sobre el riesgo de
que los Estados del MERCOSUR pierdan el control de dicho
estudio en beneficio de empresas y organismos internacionales
y en detrimento de sus habitantes”. El SAG tiene
una superficie aproximada de 1.194.000 Km2, de los cuales
839.000 corresponden a Brasil; 226.000 a Argentina;
71.700 a Paraguay y 59.000 a Uruguay. Su volumen se
estima en 55.000 Km3 de agua potable y su nivel de recarga
anual es de 160 y 250 Km3.
América latina es un continente en el que millones
de seres viven precariamente, con uno de los más
bajos niveles de desarrollo del mundo y uno de los más
altos índices de crecimiento demográfico.
La feracidad de sus tierras y su riqueza metalífera,
petrolera y gasífera podrían aprovecharse
si con adecuadas estructuras sociales y alto desarrollo
cultural se dispusiera de abundantes caudales de energía.
En nuestro país, los extensos pantanos y esteros
de la región del Iberá, adyacentes a la
laguna del mismo nombre en la provincia de Corrientes,
pueden ser limitados mediante la ejecución de
obras de embalse, con las que se tendría una
masa liquida como medio regulador de estiajes y crecientes
de los ríos Paraná y Uruguay. Seria a
la vez aprovechable como importante fuente de energía
y recurso invalorable para el riego de grandes extensiones
de tierra.
América debe ser
un continente de paz, amistad y solidaridad
La política panamericanista que
se inició a fines del siglo pasado y fue combatida
con gran visión de futuro por estadistas argentinos
como Roque Sáenz Peña, Luis María
Drago, Manuel Quintana y Carlos Calvo, entre otros,
ha fracasado rotundamente. El llamado panamericanismo,
se ha traducido en la subsistencia de rivalidades interamericanas,
que no responden a los auténticos sentimientos
de los pueblos.
La gran tarea a cumplir en estos momentos es la de liquidar
el subdesarrollo y lanzar a los países del continente
a un proceso de desenvolvimiento que los libere del
hambre, las enfermedades y el analfabetismo, que hoy
son estigmas de su precaria existencia.
En América latina no existen realmente problemas
serios de fronteras. Los que subsisten todavía
son mínimos y resultarían de fácil
solución, encarados con un elevado enfoque americanista,
como corresponde a pueblos
hermanos, cuyo común origen, generado en la independencia
de la dominación colonial, los obligaría
a encontrar fórmulas pacíficas de solución
de sus entredichos territoriales.
Al haber desaparecido la perspectiva de enfrentamientos
suscitados por propósitos absurdos de expansión
territorial, la valoración económico-social
de los territorios de esos países, fundada especialmente
en la explotación de sus riquezas naturales,
en beneficio de sus propios pueblos, debe ser el objetivo
fundamental de sus gobernantes.
Cambios que resultan alentadores
Debe tenerse en cuenta muy particularmente
que en los últimos tiempos vienen ocurriendo
acontecimientos promisorios en algunos países
de América latina.
En especial, debemos resaltar los cambios producidos
en nuestro país, como así también,
en Uruguay, Brasil, Venezuela y Chile, independiente
de coincidir o no con los respectivos gobiernos.
Se han creado así nuevas situaciones que demuestran
que en el continente se están dando las condiciones
que pueden permitir un cambio profundo de sus estructuras
económicas, sociales y políticas.
Debemos remarcar la creación del MERCOSUR y votamos
por su ampliación con otros países y su
consolidación.
Señalamos el proceso en estudio para la interconexión
energética de países como los indicados
anteriormente, para el suministro de gas—Venezuela-Brasil-Argentina--,
a través de un gasoducto de aproximadamente 8000
km. de longitud; un proyecto en Venezuela, en la faja
petrolífera del Orinoco, con la participación
de Petróleo de Venezuela SA. (PDVSA), PETROBRAS
y ENARSA ; en Brasil, una refinería para procesar
los crudos de la faja venezolana; y en Argentina la
exploración en el Océano Atlántico,
“off shore”, de posibles reservas petrolíferas
(tarea conjunta de los tres países mencionados);
etc.
Se trata de lo que se denomina Petrosur.
Los tres ministros del área acordaron una política
conjunta y coordinada, como una instancia relevante
para el desarrollo energético de la Región.
Esto de concretarse es un hecho de enorme trascendencia
para nuestro país.
Hay mucho por hacer y defender. Solo a través
de una planificación estatal, con inversión
pública que a su vez arrastre a la inversión
privada, se logrará encarar un desarrollo nacional
y regional que mire el interés de la Nación
Argentina, con equidad y sin postergaciones para nadie.
Febrero de
2006
Ing. Luis Chernicoff