Introducción
El advenimiento de la tecnología, ha producido a lo largo de la historia, profundos cambios en nuestros hábitos y visión del mundo. Tanto es así, que ha generado una transformación continua en la cultura de los pueblos, de tal manera que se podría afirmar, sin miedo a exagerar, que la sociedad ha sido “modulada” al ritmo del desarrollo tecnológico. Ahora bien, es importante destacar que el avance de la técnica como precursora de la tecnología, no siempre estuvo enfocado en mejorar la calidad de vida de las personas, sino que, por el contrario, también se subordinó a la presión ejercida por los grupos de poder que la utilizaron como herramienta para fines propios y no tanto para solucionar los problemas de la gente.
Lo cierto es que el desarrollo tecnológico debiera contribuir a la búsqueda de un futuro mejor para todos y para ello, el desarrollo debe ser sustentable, es decir, sin contaminación del ambiente para permitir que la tierra permanezca estable y homogénea. Ésta es la única condición, tener un lugar donde desarrollar nuestras formas de expresión, superar las desigualdades, tener una visión del mundo y sobrevivir con la mejor calidad de vida posible. El proceso de desarrollo es algo más que una cuestión de mercados, innovación tecnológica e industrialización. Debe ir más ligado a un proceso de pleno uso de las libertades humanas funda- mentales, como las libertades sociales, económicas o políticas.
El impacto de esta modulación al ritmo tecnológico en la sociedad, deja sus marcas. El hombre, en general, se ve en un entorno laboral cada día más complejo debido a los cambios tecnológicos y la in- certidumbre que esto causa. El hombre se rezaga frente a las pocas posibilidades que le resta la automatización, el entorno laboral queda reducido y el trabajo, base fundamental sobre la cual se sostiene el núcleo de la sociedad, la familia, se ve gravemente amenazado. Por esto, la innovación tecno- lógica y su aplicación no es un hecho aislado. Refleja un estado determinado de conocimiento, un en- torno institucional e industrial particular, una oferta disponible de aptitudes y una red de productores y usuarios en la sociedad. También hay que tener cuidado con los cambios evidenciados en los niños y jóvenes Siglo XXI, los cuales, se ven inmerso en un mundo de actualidad tecnológica que los consume y les genera nuevas costumbres.
Si es cierto que “los nuevos excluidos serán los analfabetos tecnológicos” según lo expresó el filósofo belga Gerard Fourez en una conferencia que brindó en Córdoba en el año 1998, el tema es más que preocupante.
La evolución de la tecnología
Si analizamos la definición de tecnología que aparece en el Diccionario de la Real Academia Española: Conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico,
El avance tecnológico, que tanto bien le puede hacer a la humanidad, a la vez deja fuera de este mundo tecnológico a muchas personas en el planeta. La tecnología avanza a un ritmo tan acelerado que parece imposible escuchar los consejos de algunos filósofos que pregonan movimientos del tipo “slow down” (vivir sin prisas) o ”step by step” (paso a paso). Los beneficios de la tecnología deben estar acompañados de una educación para evitar el mal uso de la misma y con ello, sus inevitables consecuencias.
Es una controversia difícil de descifrar, el avance tecnológico que tanto bien le puede hacer a la humanidad pero que a la vez deja fuera de este mundo tecnológico a tantas personas. Vemos que involucra a términos como técnica y ciencia, por lo tanto, no es posible hablar de tecnología sin relacionarlos. Como dice el Ing. Aquiles Gay 1, “En el concepto de la tecnología está implícito el de técnica y el de ciencia, estas tres palabras clave, ciencia, técnica y tecnología, están vinculadas a actividades específicas del ser humano, e indisolublemente ligadas al desarrollo de la civilización y consecuentemente al mundo en el que vivimos, un mundo más artificial que natural creado por el ser humano en sus ansias de dominar y transformar las fuerzas de la naturaleza. Resumiendo podemos decir que la ciencia está asociada al deseo del ser humano de conocer (conocer y comprender el mundo que lo rodea), mientras que la técnica y la tecnología a la voluntad del ser humano de hacer (hacer cosas para satisfacer sus necesidades)”. De todos modos, la tecnología es algo más que un conocimiento aplicado, se puede definir como un saber científico, como una hipótesis comprobada empíricamente. Tecnología y ciencia son términos ligados y complementarios, la Ciencia sirve de fundamento para la tecnología y esta, a su vez, aplica y genera nuevos interrogantes y necesidades. Esto permite entender como la tecnología posibilita la adecuación del entorno, crea artefactos e instrumentos que nos dan mayor capacidad de transformación e innovación, permite el progreso y el cambio, facilita el aprendizaje, transforma las culturas, es decir, penetra en todos los sectores de la sociedad.
Desde un punto de vista histórico, la palabra tecnología nace en el Siglo XVII cuando la técnica, nacida empíricamente, comienza a vincularse con la ciencia para mejorar los sistemas de producción. Existen dos visiones, radicalmente opuestas, que interpretan el uso de la tecnología: la visión “prometeica”, según la cual, la tecnología debe ser una herramienta de colaboración para el hombre y al servicio de la sociedad o la visión fáustica que está asociada al uso indiscriminado y sin límites de la tecnología al servicio de intereses particulares. La primera visión proviene de la Mitología Griega y está referida al duro castigo que el Dios del fuego, Zeus, le propinó a Prometeo al interpretar que los dones que le entregó al hombre lo volverían muy poderoso a tal punto que éste, podría transformarse inclusive en un Dios, es decir, se lo castigó por pensar en el hombre y sus necesidades. La visión fáustica está basada en la leyenda de Fausto, que le vendió el alma al diablo a cambio de intereses personales (juventud y fama) y de poderes terrenales, pero que en la transición perdió el control de su accionar y generó grandes problemas. Esta última visión se contrapone con las demandas de la sociedad, como por ejemplo: la industria armamentista al servicio del poder o bien, la producción no sustentable, es decir, contaminando el ambiente.
La evolución tecnológica se remonta a los orígenes del hombre y el avance de la técnica. Dos hitos en la historia marcaron momentos de quiebre o ruptura con el mundo natural. En primer lugar, en Europa (siglo XI), con la introducción de la “máquina” en la estructura de producción de bienes y servicios y en la Edad Media (Siglo XIII) con la aparición del reloj. Con la máquina (molino), se encontró la fuente de energía mecánica necesaria para accionar otros mecanismos: sierras para cortar madera, bombas de agua o dispositivos biela- manivela, entre otros; aquí comienza, por primera vez en la historia de la humanidad, el reemplazo sistemático de actividades físicas-musculares del hombre o de animales logrando mecanizar las actividades productivas. Hasta Don Quijote se asustó cuando se los encontró al creer que lo acechan treinta o cuarenta desaforados gigantes (los molinos) con quienes piensa hacer batalla pues es “gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra”. El reloj marcó la génesis de un nuevo mundo y la principal ruptura con el mundo natural; es que nunca más la humanidad se despertaría con la salida del sol o el canto del gallo. Con el tiempo el hombre comenzó la relación que más lo esclavizaría a futuro, la del control de sus tiempos y ritmos en las actividades cotidianas. Se puede hablar de una revolución técnica y hasta de una cultura técnica. El hombre comenzó a mentalizarse en que podría utilizar y hasta dominar a las fuerzas de la naturaleza y romper incluso con ataduras dogmáticas; es que el hombre fue capaz de representar en la pintura a personajes del mundo real y no sólo a personajes o escenas del mundo religioso. El desarrollo de la técnica en Occidente contribuyó a cambiar la faz del mundo. La expansión geográfica de la civilización occidental, desde Europa, respondió en general a temas económicos, sociales y políticos pero se logró gracias al avance de la técnica en el campo de la industria armamentista lo que permitió desplegar su poder sobre el resto del mundo. En los Siglos XVI y XVII, los avances en la navegación marítima, los inventos del telescopio, la imprenta y elementos de medición, entre otros, originaron grandes cambios culturales que ayudaron a la denominada revolución científica, tal vez la más profunda revolución del pensamiento humano. La ciencia moderna reconoce y remonta su génesis a la época en que genios como Galileo Galilei (1564-1642), René Descartes (1596-1650) o Isaac Newton (1642-1727) comienzan con la investigación experimental intentando encontrar respuestas y leyes que rijan su accionar, una forma básica de adquirir conocimiento. Este nuevo enfoque de la ciencia basado en la observación, el razonamiento y la experimentación se gestó vinculado con la técnica de las “nuevas máquinas”
En el Siglo XVIII ante el gran crecimiento de la industria textil en Gran Bretaña y la necesidad de una mayor producción en serie, surgieron la primera hiladora mecánica y luego, el telar mecánico y con ello, el primer reemplazo sistemático de una actividad manual del hombre por la máquina pero sin perder el contacto con la materia prima. Luego la máquina de vapor de James Watt fue el factor clave que posibilitó lo que más tarde se llamaría revolución industrial, que permitió la disponibilidad de energía para reemplazar el gran esfuerzo físico-muscular del hombre por la “máquina herramienta”; de esta manera el hombre maneja la máquina pero no la herramienta directa como en las actividades artesanales. El mejor ejemplo de esta nueva concepción es la máquina de coser en la cual, la herramienta aguja no está en la mano de quien realiza la costura sino en la máquina misma. Durante este período, la técnica, históricamente empírica, se vincula con la ciencia y se comienza a sistematizar los métodos de producción y es allí (segunda mitad de este siglo) cuando nace el término tecnología, que si bien es una continuidad de la técnica plantea una nueva forma de pensar, razonar, actuar y de producir.
Entre los Siglos XIX y XX, la tecnología pasa e estar presente todos los días en nuestras vidas con el telégrafo o el teléfono, automóvil, el avión, los electrodomésticos y por ende, nuestra cultura lleva el sello de la tecnología y regula, de alguna manera, los quehaceres diarios. Este efecto da lugar a la sociedad industrial, estructura social que hasta el día de hoy, está presente. Esta nueva etapa nace con el avance de las comunicaciones rápidas y a distancia, y sigue su empinado crecimiento con el desarrollo de la microelectrónica y la digitalización de la información que permiten la llegada de las computadoras. La introducción de éstas y otras tecnologías en la estructura social han planteado lo que hoy se conoce como revolución científico-tecnológica que generan nuevos cambios socioculturales que tienen o podrían tener varios nombres, de los cuales me inclino por el de sociedad del conocimiento. El cambio es tan intenso que ahora se está reemplazando algunas tareas mentales cuando las mismas son repetitivas o rutinarias con las computadoras o los robots, dejando, por ahora, el campo creativo al hombre.
En pleno Siglo XXI, se han potenciado las tecnologías de información y comunicación (TIC), factores claves del mundo globalizado y que están presentes en la radio, TV o cine. El avance es vertiginoso, ya no es posible imaginar a un profesional sin acceso a internet o sin telefonía móvil puesto que, además, en este nuevo mundo no se permiten demoras en las respuestas ante las más inquietantes necesidades. Un capítulo aparte merece analizar el tema de la manipulación de la vida de las personas.
Aquiles Gay – Juan Páez Núñez
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