Tecnología y cultura, dos palabras que en el mundo de hoy están íntimamente interconectadas, y más aún, podemos decir que se integran mutuamente. Sin embargo generalmente cuando hablamos de cultura, consciente o inconscientemente, hacemos abstracción del fenómeno tecnológico, identificando la idea de cultura con un cierto refinamiento, teñido de elitismo.
Ahora bien, teniendo en cuenta que la cultura abarca el desarrollo de todas las facultades del hombre, y que se manifiesta en la actitud del mismo frente al marco en el que desarrolla su existencia, no podemos reducir el concepto de cultura a ciertas prácticas y productos específicos, sino que debemos hacerlo extensivo al conjunto de las prácticas sociales.
Limitar el concepto de cultura a las bellas artes, a las letras, a la música y a las humanidades clásicas, sería considerar a la cultura como un componente de lujo dentro del espectro de las actividades sociales, un campo para el solaz de elites, o reservado a especialistas encargados de producir o difundir obras o actividades destinadas a "elevar" (elevar entre comillas) el nivel cultural de la población.
Por el contrario, podemos decir que la cultura abarca el conjunto de manifestaciones tanto intelectuales y artísticas como científicas y técnica-tecnológicas que caracterizan una sociedad. Desde este punto de vista la ciencia, la técnica y la tecnología también forman parte de la cultura. Es difícil negar esta realidad, pues el entorno de nuestra vida cotidiana es producto de la tecnología, la casa en la que vivimos, el vehículo que nos transporta todos los días, el diario, la radio o la televisión que nos tienen permanentemente informados, el teléfono que nos permite comunicarnos con todo el mundo, el refrigerador que conserva nuestros alimentos, etc., todo este mundo artificial que nos rodea, creado por el ser humano, es producto de la tecnología e integra nuestra cultura.
Aceptar que la tecnología forma parte de la cultura es aceptar la realidad del mundo material que nos rodea.
Buscando aclarar el tema es interesante tratar de definir el término "cultura".
Para comenzar podemos decir que habría, en principio, dos conceptos de cultura, uno vinculado a lo individual y otro a lo social. El vinculado a individual, que podríamos llamar académico o tradicional, define a la cultura como el desarrollo de las facultades del espíritu, es decir la relaciona a los atributos del llamado hombre cultivado.
El otro, vinculado a lo social, que podríamos llamar antropológico, define a la cultura como el conjunto de modelos de comportamiento y actividades, encuadrados dentro de normas propias de un grupo social.
Para confirmar esto podemos remitirnos al Diccionario de la Real Academia Española, el cual en su decimonovena edición (1970) daba de la palabra cultura una definición bien tradicional: Resultado de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio de las facultades intelectuales del hombre.
Pero en la vigésima (1984) suprime esta definición y enuncia una antropológica: Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.
Mientras que en la vigésima segunda (2001), conservando la antropológica le agrega la siguiente, Conjunto de conocimientos que permiten a alguien desarrollar su juicio crítico.
Es decir, en su versión 2001, la Academia, señala claramente los dos conceptos:
El vinculado a lo individual (académico o tradicional):
Conjunto de conocimientos que permiten a alguien desarrollar su juicio crítico
El vinculado a lo social (antropológico):
Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.
En el presente la palabra Cultura tiene una concepción mucho más respetuosa de los Seres Humanos, y no plantea la discriminación entre "hombres cultos" y "hombres incultos", y más bien se habla de diferencias culturales.
Desde nuestra óptica asumimos como propia la concepción antropológica del término cultura, porque corresponde a la realidad del mundo en que vivimos y a la del hombre como ser social.
Podemos decir que la cultura engloba todas las manifestaciones espirituales y materiales de un grupo social.
Como hemos visto la cultura está hoy muy vinculada a la tecnología, que progresa a un ritmo vertiginoso influenciando en su marcha el desarrollo mismo de la cultura.
La tecnología está omnipresente en nuestras vidas y marca el ritmo de nuestro quehacer cotidiano. Estamos rodeados de objetos tecnológicos que facilitan nuestra vida y la hacen más confortable, pero muchas veces también plantean preocupaciones.
Hoy un importante factor de transmisión de la cultura es la televisión (que es tecnología); el texto escrito sigue siendo el factor principal de transmisión del conocimiento sistematizado, pero frente a la televisión ha perdido un gran espacio como fuente y comunicador de cultura, y hasta la organización familiar está perdiendo importancia, como fuente y transmisora de cultura.
Las consecuencias de estos hechos si bien pueden llegar a ser preocupantes, no se puede plantear la crítica del instrumento, pues la responsabilidad no es del medio, sino de quienes toman las decisiones. Los verdaderos responsables son los que manejan estos medios, sería interesante determinar las metas que persiguen y los objetivos.
Teniendo en cuenta que el progreso tecnológico es continuo, acelerado e irreversible, y que no podemos detenerlo ni volver atrás, hay que tratar que sus consecuencias en el ámbito de la cultura no se enfrenten con la concepción que tenemos del hombre, para esto debemos tratar que la tecnología tenga una dimensión humana. Estamos convencidos que humanismo y tecnología pueden y deben marchar en completa armonía. Utilizar la tecnología y sacarle el máximo provecho sí, pero no por eso convertirse en esclavo de la misma.
Para el hombre de finales de este siglo la tecnología es la principal herramienta de trabajo; ahora bien, como toda herramienta, para poder sacarle racionalmente el máximo provecho, hay que conocerla y utilizarla correctamente, pero siempre en función del impacto sociocultural sobre el destinatario, esto implica tener una cultura tecnológica.
Veamos que se entiende por Cultura tecnológica.
Entendemos por cultura tecnológica un amplio espectro que abarca conocimientos, habilidades y sensibilidad.
• Por un lado los conocimientos (tanto teóricos como prácticos) relacionados con el mundo construido por el hombre y con los objetos que forman parte del mismo,
• por otro las habilidades, el saber hacer, la actitud creativa que posibilite no ser actores pasivos en este mundo tecnológico,
• y finalmente la sensibilidad que lleve a poner los conocimientos y habilidades al servicio de la sociedad.
Es decir, los conocimientos, habilidades y sensibilidad que permitan una apropiación del medio en el cual se desarrolla la vida humana como garantía para evitar caer en la alienación y la dependencia, y poder colaborar en su control y evolución.
La cultura tecnológica brinda una visión integradora de todas las modalidades de la conducta humana, superando la tradicional dicotomía de lo manual y lo intelectual, de lo muscular y lo cerebral, y postula una concepción del hombre como una unidad que se compromete con todas sus potencialidades, en todos y cada uno de sus actos.
Enmarcar dentro de estos conceptos las grandes decisiones del cuerpo social implica apelar al compromiso de todos los recursos disponibles para el logro del objetivo fundamental de toda sociedad, mejorar la calidad de vida.
La cultura tecnológica supone el abandono de preconceptos peyorativos sobre el trabajo manual propios de una concepción esclavista.
La separación entre cultura y tecnología aísla al hombre de ese entorno tecnológico en el que se encuentra inmerso y lo conduce por el camino de la vacuidad; la separación entre cultura y tecnología es una de las fuentes de dificultad del mundo moderno.
Cualquier país que no quiera perder el tren del progreso debe desarrollarse tecnológicamente y para esto debe contar con un nivel de cultura tecnológica relativamente alto.
La cultura tecnológica es casi podríamos decir la antítesis de la sociedad de consumo, de la sociedad de lo descartable, en la que la mayoría de los objetos son cajas negras de las que se sabe solamente para qué sirven pero nada más, la cultura tecnológica implica el conocimiento de los aspectos conceptuales de su funcionamiento.
El contar con tecnología sin una cultura tecnológica nos puede cuanto más ayudar a vivir pero no a pensar y el hombre se realiza plenamente en la acción y el pensamiento.
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