
Para encarar con equidad un crecimiento económico social en nuestro país, debemos señalar que es fundamental desarrollar la educación, la investigación y el avance científico técnico nacional.
Introducción
Es imprescindible la elaboración y puesta en marcha de un plan de desarrollo de mediano y largo plazo, que hoy no existe, que contemple prioritariamente la formación de los recursos humanos en vista a los objetivos y programas contemplados por el referido plan.
Papel del Estado.
La Ley de Educación N° 26.075, establece en su artículo 2° inciso k, promover “…la investigación y garantizará el cumplimiento de los objetivos propuestos para el sistema científico-tecnológico nacional”.
Un gran paso ha sido la creación, en el año 2007, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, a cargo del Dr. Lino Barañao.
En consonancia con lo explicitado se debe pretender encarar los programas que permitan estudiar y aplicar políticas para el desarrollo de la Nación, que tengan como objetivo, entre otros, integrarnos a la economía mundial. Para ello hay que alcanzar niveles de competitividad y desterrar deformaciones aún existentes en la propia estructura del país.
Los sistemas productivos latinoamericanos han heredado una profunda desarticulación estructural. No son suficientes las relaciones económicas entre sectores, por caso, industria y agro; servicios y actividad productiva real; sector público y sector privado; así como también las relaciones productivas intersectoriales entre unidades de diferente tamaño. Siempre será más vulnerable la economía nacional sustentada únicamente por grandes empresas. Estas deben requerir cada vez más, un entorno de pequeñas y medianas firmas que les suministren, lo más eficientemente posible, partes componentes y servicios. En esta formulación el papel del Estado es fundamental.
Recursos humanos.
Las más importantes industrias, que serán las de punta, dependen de la inteligencia humana, es decir, en la actualidad y para los próximos años, la ventaja comparativa por excelencia será la creación humana. La tecnología de nuevos productos y de procesos crea una fuerte ventaja comparativa; para lograrla exige una fuerza de trabajo de abajo hacia arriba sumamente hábil.
Vale decir, no hay tecnología sin desarrollo de habilidades. Estas no se concretarán sin educación, tanto para los destinados a la Universidad como a los que no irán a ella. Si hay calidad y habilidad, aquellas se desarrollarán si hay formación y capacitación permanente de la fuerza de trabajo. Se desnivelará la competencia económica mundial a favor de quién logre una mayor y mejor calificación masiva de su mano de obra. Dentro de la oferta educativa, la calidad y contenido de la enseñanza, la capacidad para incorporarle una actualización permanente a la altura de circuitos productivos cada vez más sofisticados, será crucial para el futuro de Argentina.
El nuestro es un país muy extenso, con baja población, con una tasa de crecimiento muy parecida a la de los países desarrollados. Una importante alternativa es explotar sectores de producción sostenidos por una mano de obra altamente calificada. Esta ventaja comparativa que nuestro país y Córdoba en particular, tuvo en otros tiempos-década de los 50- es la clave de nuestro progreso futuro.
Favoreciendo el libre flujo de capitales y las privatizaciones masivas, a lo largo de la Década de los 90 y primeros años de la presente, los responsables políticos han permitido la transferencia de decisiones capitales (en inversiones, empleo, salud, educación, cultura y protección del medio ambiente), desde el ámbito público nacional hacia el ámbito privado internacional. Y también, por supuesto, en el manejo de todo a lo que hace al desarrollo económico y consecuentemente al desarrollo de la Ciencia y Tecnología. Actualmente esta situación, ofensiva al interés nacional, se está revirtiendo.
La situación que tenemos en América Latina, es la del área donde la desigualdad en materia de distribución del ingreso es más marcada.
La disposición global de mano de obra no calificada y a bajo costo, ha determinado que esas áreas se han incorporado masivamente al comercio internacional y presionan a la baja de los niveles salariales.
De aquí, una dramática paradoja: el mejoramiento socio económico en el marco de la globalización se consigue con alta calificación de recursos humanos, con una adecuada educación, pero, paralelamente la mundialización del mercado de trabajo, impone la vigencia de salarios deprimidos, que es una formidable valla para acceder a esa institución.
Programas.
En cada uno de los programas que se detallan a continuación, se deben elaborar las respectivas políticas activas que permitan corregir toda realidad desequilibrada impuesta por el mercado y la consiguiente deformación. El normal funcionamiento de las instituciones republicanas previstas en la Constitución Nacional, es el medio idóneo para receptar las aspiraciones de la sociedad argentina. Solo por este camino se inspirará confianza, se terminará con las frustraciones y las incertidumbres y se logrará que los sectores productivos inviertan más en máquinas y equipos, en tecnología y desarrollo y encarar una acción que promueva la estructura económica social.
Algunas de las posibles áreas a encarar son las que se enumeran a continuación:
Desarrollo industrial y de las pyme en particular; profundizar el Plan Estratégico Agroalimentario, hoy en gestión; desarrollo científico tecnológico nacional; plan electroenergético nacional; energías y combustibles alternativos y sustentables; desarrollo equilibrado y federal del sistema de transporte (vial, ferroviario y aéreo); sobre organismos de regulación y control de entes estatales y privatizados; diversas alternativas para la explotación minera; cambio climático; seguridad aérea, vial y en la industria de la construcción etc. Debemos señalar, que importantes pasos se han dado, pero profundizando lo anteriormente señalado, lograremos disminuir aún más la pobreza, desterrar la indigencia y bajar el 7,3 % de desocupación.
En definitiva, aseveramos, que marginación, desocupación y mediocridad entre otros aspectos, más una grave inequidad en la distribución del ingreso, bloquea las posibilidades de un crecimiento sostenido. Y agregamos, que sin invertir en investigación no puede haber desarrollo. El crecimiento del sistema científico y el desarrollo económico se alimentan mutuamente.
Ing. Luis Chernicoff
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