Señalamos la importancia de este sector en su contribución al progreso del país, dado que su influencia actúa directa e indirectamente en el aumento de todas las actividades productivas.
Introducción
La revolución industrial del siglo XVIII se operó con la ayuda de máquinas que aumentaban la capacidad del trabajo humano.
Pero fue el notable descubrimiento de la electricidad lo que aceleró el desarrollo industrial en el último siglo. La energía eléctrica es la más perfecta que se haya conocido. Ella permitió multiplicar el rendimiento del trabajo en gran proporción. Un kilovatio de energía eléctrica equivale, en un determinado período de funcionamiento, al trabajo de veinte hombres en las máquinas comunes y al de cuarenta hombres en las automatizadas.
La petroquímica y la carboquímica permiten extraer del carbón y del petróleo miles de subproductos o de productos derivados, que tienen un valor económico enorme, pues se utilizan en la elaboración de elementos sintéticos que tienen vasta aplicación en la fabricación de tejidos, caucho artificial, colorantes y pinturas y una infinita gama de plásticos que sustituyen ya con ventaja a muchos metales, maderas y otros elementos naturales. El sabio ruso Mendeléev, al señalar el extraordinario valor de este importante elemento orgánico, expresó “que quemar petróleo era como quemar billetes de banco”. Ante tal premisa recobra toda su significación el uso de otros medios de producción de energía eléctrica.
Adquiere entonces su verdadera importancia la hidroelectricidad, la energía de las mareas o mareomotriz, la eólica, la energía nuclear y la de rayos solares, que por su carácter imperecedero y por la economía de su explotación, tienen una superioridad evidente con respecto a la generación térmica de energía eléctrica. Y las investigaciones en otros terrenos continúan.
Importancia del sector energético.
Debemos señalar la importancia de este sector en su contribución al progreso del país, dado que su influencia actúa directa e indirectamente en el aumento de todas las actividades productivas.
Argentina es un país cuya tasa de crecimiento debe estar de acuerdo con sus índices potenciales, que debe tomar una serie de medidas para imprimir a su desarrollo una velocidad tal, que logre cada vez más proyectarse por la vía del progreso económico y social.
Existen las condiciones para ello en la medida que se reaccione en forma enérgica frente a los pasos negativos que se han llevado a cabo, fundamentalmente en el siglo pasado.
El desarrollo de las fuentes de energía es un factor de vital importancia. Pero no es el único.
Como expresó la “Organización Europea de Cooperación Económica”, “el agua y las materias primas, la calificación del capital humano, los medios de transporte, la fertilidad del suelo y la variedad del clima, desempeñan también su papel, pero en último término, la posibilidad de disponer de una cantidad suficiente de energía es una condición necesaria a todo desarrollo”.
Programación energética y proyección de la demanda
Dada la clara dependencia entre desarrollo económico y desarrollo energético, surge el primer problema para todo programador: disponer de un plan económico nacional que evalúe la demanda energética futura, su localización y en especial la demanda eléctrica.
Esto posibilita el estudio, la selección y programación de centros de generación y sistemas de transmisión y/o transporte y distribución óptimos a las necesidades del país.
Es de pretender, que definitivamente se estudie y encare -algunos pasos se han dado- un real plan de desarrollo, con criterio nacional, que fije metas de mediano y largo plazo.
En Argentina se ha hablado con exceso de planes, pero nunca los hemos tenido en la verdadera acepción del vocablo.
Creemos necesario insistir en la importancia fundamental de una planificación concebida con criterio moderno, utilizando los recursos operativos que suministra la alta tecnología actual, partiendo del hecho esencial de que las principales palancas de la planificación deben estar al servicio de la economía y concurrir al éxito de sus resultados.
Los fracasos reiterados de los sucesivos y a veces superpuestos planes denominados de desarrollo económico, que se han elaborado en nuestro país desde hace décadas, radican en su excesivo verbalismo y en su característica común meramente orientadora e indicativa. Cabe agregar que el sistema de la libre empresa, la vigencia cada día más creciente de los monopolios internacionales, que no se sujetan a las indicaciones de la planificación, determinan fracasos.
La crisis energética
Argentina no puede ser considerada en la actualidad como un país petrolero ni gasífero. Sin embargo el 90% de la energía que se produce y consume es petróleo y gas natural. Si no seguimos explorando las mencionadas reservas de petróleo y gas, éstas se agotarán y terminaremos en lo peor que nos pueda ocurrir: pasaremos a ser importadores de hidrocarburos. Actualmente tenemos la necesidad de direccionar las reservas hacia el mercado interno y disminuir la exportación.
Con la empresa YPF en manos del gobierno nacional, estamos seguros que la situación cambiará. Los últimos resultados en crecimiento de petróleo y gas, así lo indica.
Se tendría que haber considerado y aplicado la combinación más conveniente de las diversas fuentes disponibles para atender las mencionadas necesidades futuras (hídricas, térmicas, nucleares, eólica, solar,etc.) Pero notamos que no es suficiente la inversión de capital del fisco.
Sin obras plurianuales, pondríamos en peligro un crecimiento autosostenido; no recuperaríamos lo perdido; se crearía desconfianza en el futuro y peligro de aumento de los índices de desocupación, suspensiones de personal y paralización peligrosa de empresas industriales, tanto Pymes como grandes emprendimientos.
En cuanto a nuestra posición de siempre en lo referente a la participación del Estado, desde ya expresamos nuestra discrepancia de quienes plantean que la experiencia argentina es suficientemente demostrativa de la incapacidad del estado para ejercer con eficiencia actividades empresariales.
¿Es que acaso no se ha petardeado a las empresas del estado, poniendo en su dirección a personajes que coincidían con lo mencionado anteriormente, para desprestigiarlas y crear en la opinión pública que el mejor administrador es el privado?
Nosotros no somos estatistas a ultranza, pero afirmamos que existen ciertos sectores estratégicos al interés nacional que deben estar en manos del Estado. Solo éste puede asegurar el balance, la programación y estructuración de los recursos energéticos.
Hay mucho por hacer y defender. Solo a través de una planificación estatal, con inversión pública que a su vez arrastre a la inversión privada, se logrará encarar un desarrollo nacional y regional que mire el interés de la Nación Argentina, con equidad y sin postergaciones para nadie.
Ing. Luis Chernicoff
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