Santiago Jensen Mariani

Actualmente 60 países han expresado su interés en utilizar la energía nuclear para proveer una solución a sus futuras necesidades energéticas. Sesenta años lleva Argentina desde la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica.
El incremento de la demanda de energía a nivel mundial es indiscutible, por lo que toda nación que quiera mantener o incrementar su calidad de vida, debe planificar como satisfacer esa necesidad. Los expertos proyectan que la demanda de energía global se incrementará en más del 50% para el año 2030, siendo el 70% de ese incremento producto de la demanda de los países en desarrollo (1).
Por este motivo, si un país decide incorporar energía nuclear a su matriz energética para hacer frente a esta demanda, la pregunta más importante a responder es ¿Qué camino deberá recorrer para concretar esta decisión sin cometer errores insalvables?
La experiencia de los países muestra que el tiempo entre la primera decisión política y el comienzo de la operación de la primera central nuclear suele ser de entre 10 y 15 años. En el caso de Argentina transcurrieron cerca de 20 años hasta la entrada en operación de la central nuclear Atucha I en el año 1974.
El proceso de instrumentación de un programa nuclear consta de tres grandes fases (Fig. 1):
F1) Desarrollar una estrategia abarcativa que contemple las necesidades energéticas, el rol potencial, la viabilidad y los compromisos asociados a la energía nuclear en el contexto del desarrollo socio económico nacional.
F2) Conformar y definir la competencia de un organismo regulador, desarrollar el marco legar, analizar las alternativas de financiamiento, definir el grafo de participación nacional, técnica e industrial en el desarrollo del programa, realizar un estudio de factibilidad, localizar el sitio de emplazamiento de la central nuclear, establecer un plan de contingencia ante una emergencia, identificar las necesidades de recursos humanos y establecer una política a largo plazo para la gestión del combustible gastado.
F3) Asegurar que el proyecto sea instrumentado dentro de los estándares de seguridad y calidad. Esta etapa es la más demandante en términos de recursos humanos y financieros. Durante esta fase el organismo regulador proveerá un marco a través del cual el constructor y operador podrán demostrar en forma transparente que sus tareas son realizadas bajo estándares apropiados.
Los factores más importantes a considerar para la instrumentación de un programa nuclear son:
- La escala de tiempo
- Recursos humanos
- Selección de tecnología
- Seguridad de abastecimiento de combustible
- Gestión del combustible gastado y residuos
- Costos y financiamiento
- Desmantelamiento
- Aspectos regulatorios y legales
- Información al público

La escala de Tiempo: la dedición de instrumentar un programa nuclear requiere de un compromiso a largo plazo, porque, aún en países que cuentan con programas nucleares, la adición de una nueva central nuclear necesita alrededor de 10 años desde la toma de la decisión inicial.
Un ejemplo de esto lo constituye el caso de Atucha II, cuyas obras comenzaron en el año 1981 y nueve años después se suspendieron por razones político económicas, priorizando el incremento de la generación el incremento de la generación eléctrica a partir de combustibles fósiles, fundamentando en que las centrales eléctricas que emplean gas natural, fuel oil u otros combustibles fósiles, tienen tiempos de construcción menores que las centrales nucleares hidroeléctricas por lo que el tiempo de recupero de la inversión de esas tecnologías es menor. La aplicación de estas políticas durante tantos años llevó al país a depender en más del 60% de los combustibles fósiles para la generación eléctrica.
El ciclo completo de una central nuclear, contabilizando la construcción, operación con una vida útil de 50 años y desmantelamiento sería de 60 años, y si se incluye la gestión del combustible gastado el tiempo, resulta aún mucho mayor. Esto da una idea del verdadero compromiso que debe tener un país con un programa nuclear.
Recursos humanos: en general la operación de una central nuclear requiere entre 200 y 1000 trabajadores, según sea el tamaño de la planta.
Las áreas en donde debe desempeñarse el personal comprenden instrumentación y control, ingeniería nuclear, ingeniería eléctrica, ingeniería mecánica, química, respuesta ante emergencias, seguridad, protección radiológica, entre otras.
La operación de una central nuclear necesita de personal con carreras de grado, aunque la mayor parte del plantel, ente el 65 y el 80% es técnico, y sólo el 5% del total deben ser ingenieros nucleares, a su vez la experiencia requerida por casa especialista debe ser entre 5 a 10 años.
Esta distribución de tareas puede ser observada en la Figura 2.

El tiempo requerido para la formación de recursos humanos con experiencia es un factor crítico, pero la mayor parte de la capacitación de este personal especializado puede ser incluido como parte del contrato establecido con el proveedor de la tecnología.
En nuestro país, la formación de personal específico para el área nuclear comenzó en el año 1951 con la creación del Instituto de Física –actualmente Instituto Balseiro- con la licenciatura en física con dos orientaciones, Nuclear y Estado Sólido. Luego, en el año 1977 se incorporó la carrera de Ingeniería Nuclear. Acompañado el desarrollo nuclear argentino se creó también la carrera de Metalurgia, especializaciones en Radioprotección y Aplicaciones Médicas. Hoy en día, la oferta académica es mucho mayor, con carreras de grado y postgrado, distribuida a su vez en los centros de formación como lo son el Instituto Sábato y el Instituto Dan Beninson.
Como se mencionó anteriormente, no sólo se necesitan profesionales con carreras de grado, sino también técnicos en varias especialidades, tanto para las actividades de operación como de construcción. Un ejemplo de esto el la Escuela de Soldadura creada para la capacitación de un plantel de más de 330 soldadores, que trabajan en la obra de finalización de la central nuclear Ática II.
Selección de la Tecnología: en la actualidad cuando un país decide tener su primer central nuclear cae forzosamente en la situación de tener que elegir a quién le comprará la tecnología. Las variables intervinientes en tal selección son diversas, sobre todo porque traspasan en gran medida las fronteras de la nación como son: la estabilidad socioeconómica actual y futura del país/empresa oferente, formas de financiamiento externas o internas, proveedores del combustible nuclear y la cultura de la seguridad. También se debe tener en cuenta que la capacidad nacional de poseer un ciclo de combustible nuclear utilizando los recursos naturales propios, ya que la elección del ciclo determina en gran medida la tecnología a emplear. Otro punto fundamental es estudiar la demanda actual y futura de energía, como también la red eléctrica existente para elegir la potencia de la central.
Las variables mencionadas anteriormente engloban en gran medida, los temas prioritarios a considerar cuando se debe seleccionar el tipo de central nuclear, pero también existen otros factores que serán mencionados a continuación, que deben tenerse en cuenta.
El programa nuclear argentino mantuvo desde sus comienzos el objetivo de autonomía tecnológica, apoyándose en el desarrollo y la educación de las nuevas áreas y a través de la innovación y acumulación de conocimiento en la práctica. Así fue como la participación de la industria nacional en la construcción de la Central Nuclear Atucha I resultó del 40% aproximadamente, incluyendo un aporte del 13% en los componentes electromecánicos.
(1) Se estima que 1,5 billones de personas en todo el mundo no tienen acceso a la electricidad. Dato OECD/IEA – World Energy Outlook 2009.
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