A P I E   I n f o r m a

Boletín periódico bimensual | Número 20 - Diciembre de 2011

Ciencia y Tecnología para el Desarrollo Económico Social

luis
Ing. Luis Chernicoff
Relaciones  Institucionales
APIE

 Antecedentes

         A fines de la década del 1930, el investigador solitario, poco a poco, comienza a desaparecer. Los Newton, Einstein, Roentgen, verdaderos quijotes, ceden sus espacios a los llamados grupos de investigación. Nace la llamada “Big Sciense”, los proyectos científicos multinacionales, y  con profundo carácter multidisciplinarlo.

  • La primera gran empresa científica fue el Proyecto Manhattan en 1939, en Estados Unidos (EEUU). Contó con una inversión de u$s 2 mil millones, e incluyó a 125 mil científicos. En 1962, el físico inglés Derek de Solla Price, escribió: “La ciencia de hoy desborda tan ampliamente la anterior que resulta evidente que hemos entrado en una nueva era, que lo ha barrido todo, a excepción de las tradiciones científicas”. Y más adelante: “(...) “la han convertido, de repente, en un capítulo de gran importancia de nuestra economía nacional”. No había personajes científicos aislados, sino una comunidad de investigadores.   
    Federico Kukso

Paralelamente, dos áreas que iban por caminos separados se fusionaron: la ciencia y la tecnología, se convirtieron en “tecnociencia”, criticada por los defensores de la investigación “pura”.En su análisis, Federico Kukso, periodista y científico, decía: “La ciencia empujaba los desarrollos tecnológicos y las tecnologías – aceleradores de partículas, propulsores, reactores, supercomputadoras-, a su vez, impulsaban a la ciencia”.

Luego de larga pausa, en la década de 1980, la biología comienza a dar sus primeros pasos; el Proyecto Genoma Humano (año 1990) arma el primer borrador del manual de instrucciones, el código genético. James Watson, con Francis Crick, que describieron la estructura de la doble hélice del ADN, expresó: “Aunque el costo global de la secuenciación total del ADN humano será inferior en un orden de magnitud a enviar un hombre a la luna, pero las repercusiones serán mucho mayores”. La comunidad científica terminó, como con el Proyecto Genoma Humano, internacionalizándose.

 

 

 

La física vuelve con el gran colisionador de hadrones GCH (LHC), el súper acelerador de partículas en forma de anillo. Hubo otros importantes proyectos: el Ice CUBE (el telescópio de neutrinos mas grande del mundo), en la Antártida; el Gran Telescopio Canarias; el Telescopio Espacial HUBBLE; la Estación Espacial Internacional.

 

 

 

 

Propuestas

.La ciencia, consecuente con el momento que vive el país, debe y puede vincularse con el desarrollo económico y social. Claramente lo expresa Lino Barañao, Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva: “Lo único que le pedimos al investigador básico es que esté atento por si alguna de las cosas que descubrió sirve para algo”.

Esto tiene que ver con el plan que se trazó aquel Ministerio con cuatro áreas estratégicas que son: salud, agroindustria, energía y desarrollo social. Fundamentalmente: biotecnología, nanotecnología, tecnología de la información y de la comunicación.

Debemos poner la mirada en la CONAE, que en conjunto con la NASA, puso en órbita el satélite SAC D2 Aquarius, con la apoyatura de otra empresa estatal, Investigaciones Aplicadas (INVAP).
Esta última,  vende un reactor nuclear a Australia, compitiendo con propuestas de países desarrollados como EEUU y Francia entre otros.
 
Frente a lo referido y a muchísimos otros ejemplos de innovación y desarrollo productivo, se ratificó un nuevo rumbo: ciencia -básica o aplicada- siempre inspirada en el uso, que conlleva una relación entre la teoría y la práctica.  

Coincidimos con lo anteriormente planteado. No puede lograrse un desarrollo económico continuo, sin ciencia y tecnología autónoma.
Y lo expresado no es nuevo, para quienes, desde hace muchos años, hemos actuado en la Asociación Profesional de Ingenieros Especialistas (APIE)

Consecuentemente no podemos dejar de recordar que en abril de 1971, sobre el desarrollo y el papel del Estado, APIE decía: “Para lograr el crecimiento armónico de todo el país, entendemos debe encararse como prioridad fundamental de nuestra programación económica un Plan Nacional de Desarrollo, para el mediano y largo plazo, que lleve implícito una decisión sobre la localización de las ramas a encarar, procurando conseguir la integración nacional y una genuina creación de polos regionales de desarrollo”. Para hacer realidad esa manifestación que permite elaborar un proyecto de país, entre una serie de condiciones, acentuábamos: “Tener conciencia de la necesidad imperiosa de aumentar la productividad para lo que es necesario invertir en tecnología, en educación y capacitación, reconvertir en forma activa regiones y empresas, es decir, una reconversión asistida, con suficiente apoyo de una banca comprometida”.

A partir de lo planteado, recordemos algo que expresamos en Abril de 2009: Según Lester  Thurow, quién fue Decano de la Facultad Sloan de Administración del Massachussets Institute of Technology (MIT), en una de sus publicaciones, expresa “que en todos los países desarrollados se coincide que las más importantes industrias, que serán las de punta y que asegurarán el mejor nivel de vida de sus habitantes son: microelectrónicas, biotecnología, nuevas industrias basadas en la ciencia de los materiales, telecomunicaciones, aviación civil, la robótica, las máquinas herramientas, los ordenadores más el software y la nanotecnología, tecnología de la información y de la comunicación. Estas son las industrias básicas (algunos economistas polemizan si son éstas u otras) de las futuras décadas. Todas dependen de la inteligencia humana, es decir, en la actualidad y para los próximos años, la ventaja comparativa por excelencia será la creación humana”.
No hay tecnología sin desarrollo de habilidades. Estas no se concretarán sin educación, tanto a los destinados a la Universidad como a los que no irán a ella. Ese autor anticipa que se desnivelará la competencia económica mundial a favor de quién logre una mayor y mejor calificación masiva de su mano de obra.
Dentro de la oferta educativa, la calidad y contenido de la enseñanza, la capacidad para incorporarle una actualización permanente a la altura de circuitos productivos cada vez mas sofisticados, será crucial para el futuro de Argentina.
APIE, en Junio de 1973, decía: “En nuestro país, el mantenimiento de un esquema educativo universitario de origen liberal, hace centro en un grupo de profesiones ‘tradicionales’, sin promover ni garantizar el estudio de nuevas áreas que constituyen la avanzada de la ciencia moderna y lleva a una dependencia que nos convierte en compradores de tecnología”. Vale decir, fuimos exportadores de cerebros e importadores de tecnología y ciencia, cuando justamente en los cerebros al servicio del país está la clave. Hoy estamos revirtiendo esa situación, pero es fundamental profundizar al respecto.
En lo que a nosotros nos toca, una ingeniería dinámica al servicio de la Nación, debe ayudar a cubrir las necesidades de los sectores productivos, principalmente el sector industrial y de servicios, incorporando tecnología, valor agregado a los productos primarios en el lugar de origen, eficiencia, calidad y disminución de costos.
Bajo estas condiciones, lograremos un mayor crecimiento del mercado interno y considerable aumento  de las  exportaciones, que evitarán resguardar a nuestro país de la crisis global económica- social. 

Alguien expresó una verdad. “Los científicos, quizá por primera vez en la historia argentina, son considerados protagonistas y no actores de reparto”. Consecuencia, más de 950 mujeres y hombres científicos han regresado a la Argentina.

Este es el desafío que tenemos por delante, es el camino que debemos transitar para profundizar lo que logramos hasta este momento que vive la República.

 

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