A P I E   I n f o r m a

Boletín periódico bimensual | Número 17 - Junio de 2011

APIE Y LA INDUSTRIA AERONÁUTICA NACIONAL

 

La Asociación Profesional de Ingenieros     Especialistas (APIE) tiene una larga y constante acción en la defensa de la Industria Nacional.

En lo que respecta a la Industria Aeronáutica también ha trazado una invariable línea comprometida con el apoyo a su recuperación y desarrollo.
La República Argentina desempeñó un importante papel en el ámbito internacional de la fabricación de aviones a mediados del Siglo XX, ubicándose entre los cinco primeros países que accedieron a la tecnología del vuelo supersónico.
Un gran esfuerzo productivo del Estado y una clara visión de la importancia estratégica que tendría esta industria en el futuro inmediato, permitió el desarrollo de la entonces llamada “Fábrica Militar de Aviones”, que produjo gran cantidad de aviones de uso militar y civil.
Desde la Revolución Libertadora (1955) en adelante se inició un largo y penoso proceso de desmantelamiento de la industria nacional, el que con algunos matices, se mantuvo hasta hace muy pocos años.

En esa etapa, Argentina pasó de ser el líder regional en la producción aeronáutica a ser claramente superado por Brasil, que hoy cuenta con una de las cinco mayores fábricas de aviones comercialesy militares del mundo.

Entre los escasos desarrollos que se pudieron concretar en este período de lenta destrucción de la FMA, se debe citar la construcción del avión “IA 46 Ranquel”, monomotor multipropósito, que equipó a los clubes de planeadores del país (como remolcador), muchos de los cuales aún vuelan realizando tareas como fumigadores.

También  se concretaron algunos escasos proyectos que permitieron dotar a la Fuerza Aérea Argentina de material de ataques tácticos (contrainsurgente, para el léxico de fines de los años 60) el “IA 58 – Pucará”, cuyo real desempeño no se pudo probar en la guerra de Malvinas (ya que fueron sorprendidos y destruidos en el piso) pero que aún vuela en algunas pocas bases de la FAA.

 

También se produjo el entrenador avanzado “IA 63 - Pampa”, en un proyecto conjunto con la Dörnier de Alemania, basado en el Alpha Jet que esta produjo para los países de la Comunidad Europea.
Estos dos proyectos le dieron vida a la FMA, pero por distintas razones no tuvieron éxito comercial en el extranjero y solo se produjeron pequeñas series para el equipamiento de la fuerza de seguridad nacional. No obstante, el desarrollo del Pampa permitió equipar a la Fábrica con nueva tecnología de punta para la época, la cual fue usufructuada en la etapa siguiente.
Posteriormente, con la llegada de Carlos Menem al poder, la fábrica se privatizó y pasó a manos de la norteamericana Lockeed Martin con ampulosos e incumplidos anuncios de producción de aviones y aeropartes, pero la realidad demostró que solo pasó a ser un taller de mantenimiento que solamente dependía de los cuantiosos aportes (en definitiva, subsidios) del Estado Nacional, que le dio el mantenimiento de toda la flota de la Fuerza Aérea Argentina.
En definitiva, lo que se hizo fue entregar la fábrica a un “gerenciador” privado, garantizándole sus utilidades mediante subsidios, en contradicción con la pretendida privatización, mientras la Fábrica, como tal, languidecía y desaparecía lentamente.
Hoy, la ex Fábrica Militar de Aviones (ahora FADEA S.A.) se encuentra en un nuevo período de potenciación de sus capacidades mediante la participación y capitalización por parte del Estado, en un contexto internacional donde la práctica demuestra que sin los aportes estatales la industria aeronáutica a gran escala no es rentable.
Las grandes fabricantes de aviones comerciales del mundo, Boeing y Airbus, tienen subsidios directos o indirectos de sus estados: Boeing mediante los cuantiosos contratos que el gobierno de Estados Unidos le otorga para la defensa, lo que se convierte en una vital fuente de ingresos que subsidia la producción de aviones comerciales y Airbus, mediante los aportes de las cuatro naciones europeas que la conforman (Francia, Inglaterra, España y Alemania), las que, por ejemplo, aportaron 27.000 millones de dólares para desarrollar el A380, el avión más grande que hoy vuela en el mundo.
Situaciones similares se dan en los otros grandes fabricantes de aviones en el mundo, como Bombardier (Canadá), Embraer (Brasil), Mc Donell Douglas o Cessna (USA), sean estas fábricas privadas o estatales.
Hoy, realizar aportes parciales a la producción de otros países (como la fabricación de aeropartes para Embraer) es un avance, ya que permitirá poner la fábrica en marcha.
Pero lo que nuestro país necesita es una fábrica que tenga verdaderos proyectos de desarrollo nacional, que tenga en cuenta las actuales necesidades de nuestra aviación civil y militar, donde incuestionablemente la integración regional (especialmente con Brasil) jugará un importante papel.
En este sentido, y específicamente orientado a la aviación civil ligera, la producción de aviones que equipen a las escuelas de vuelo de Aeroclubes y Clubes de Planeadores (las verdaderas universidades de los futuros profesionales de la aviación comercial), que a su vez puedan ser utilizados para aviación agrícola y el transporte de pasajeros, podría ser una interesante variante que contaría con potencial gran mercado y cubriría una importante necesidad: reequipar a las instituciones aerodeportivas y a un sector del mercado (aeroaplicadores y la pequeña aviación corporativa) que en la actualidad no tiene provisión a bajos costos.
Este es un aporte, que la Asociación Profesional de Ingenieros Especialistas (APIE) hace a FADEA, para ser consecuente con su trayectoria de siempre.

Ing. Luis Chernicoff

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